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Papel fundamental de tacto

¿Cuál es el papel fundamental del cuerpo y el tacto?

Por qué es tan importante el sentido del tacto

«La vida de un individuo es la vida de su cuerpo» Alexander Lowen (1998)

Alberto Oliverio afirma: «Perder el control sobre el propio cuerpo significa, en consecuencia, perder el control sobre los propios pensamientos y emociones«.

Un reciente seminario informa: «Cualquier enfermedad mental, psicótica o neurótica rompe la unidad psíquica y corporal. En tales casos, lo primero que se haría sería devolver al sujeto la unidad corporal«.

«No hay nada en el intelecto que no haya estado antes en los sentidos» (Aristóteles).


El poder del tacto

En un informe de la Asociación Médica Británica, se ha identificado el contacto corporal como una de las principales razones que empujan a las personas hacia las terapias alternativas.

El sentido del tacto es el primero en desarrollarse en el embrión humano. De hecho, incluso a las ocho semanas de vida, cuando el embrión en el útero sólo mide tres centímetros y todavía no tiene ni ojos ni orejas, un toque superficial de los labios es suficiente para que reaccione apartando la cabeza.

Según los principios de la embriología, una función vital es tanto más importante cuanto más pronto se desarrolla. Por lo tanto, es lógico asumir que el contacto es una necesidad primaria del hombre.

La conciencia de nosotros mismos y la percepción del mundo que nos rodea depende del tacto.

El tacto nos da una sensación de profundidad, de grosor, de la forma de los objetos; es un sentido al que los seres humanos son particularmente reactivos.

La piel, con su riquísima inervación, representa una excelente envoltura sensorial y reflexógena, desde la cual comienzan y terminan los límites del «yo».

El tacto, la necesidad de contacto representan un condicionamiento neuroasociativo, una impronta psicobiológica que se instala fuertemente durante la vida del feto y por lo tanto es capaz de representar una necesidad vital.

De hecho, el embrión, dentro de la cavidad uterina, se sumerge y acuna en el líquido amniótico, del que recibe un ligero estímulo táctil.

En esta primera fase de la vida intrauterina, el embrión experimenta un continuo y suave hidromasaje, que no se detiene ni siquiera por la noche, cuando la madre duerme lo acuna con su respiración, de forma lenta y rítmica.

A partir del segundo mes de embarazo, el embrión crece rápidamente hasta llenar completamente el útero. Alrededor del octavo mes, la estimulación táctil se lleva a cabo directamente desde las suaves paredes musculares del útero.

Lo que solía ser un remolino se ha convertido ahora en un verdadero masaje envolvente, profundo y rítmico, que culminará con un último masaje energético durante el parto.

 

“Aunque no podamos recordar conscientemente el tiempo pasado en el vientre de nuestra madre, nuestro inconsciente, nuestra piel y nuestro cuerpo lo recuerdan bien” (Leanti La Rosa, 1990, 1992).

 

El futuro del adulto, su comportamiento, su salud estará siempre ligado a estas fuertes experiencias prenatales.

 

El tacto en la cavidad uterina

 

El desapego original de la madre, que tuvo lugar con el nacimiento, es una experiencia tan traumática para el recién nacido que, según las interpretaciones psicoanalíticas, durante toda su vida tendrá nostalgia del calor, de las caricias y de la unión física perdida con la madre, impulsada por el recuerdo inconsciente de la dicha sentida en el útero.

Del contacto seguro y continuo durante la infancia, siempre según el psicoanálisis moderno, depende la confianza básica en el mundo.

Las investigaciones sobre el comportamiento de los niños muestran que, al poder elegir entre la comida y el contacto tranquilizador, la mayoría de las personas optan por la segunda posibilidad.

El Dr. Lipsitt, de la Universidad de Brown (Nueva York), realizó experimentos con gemelos prematuros colocados en incubadoras, sometiendo a uno de los recién nacidos a estímulos adicionales, durante diez minutos al día, tocándolo, acariciándolo y hablándole. Posteriormente, se descubrió que a la edad de cuatro meses, el gemelo estimulado mostró una capacidad de aprendizaje claramente superior.

El médico estadounidense David Sobel demostró, a través de dos ensayos controlados, que acariciar y masajear a los bebés prematuros tres veces al día durante diez días los hacía crecer casi un 50% más que los que eran tratados sólo médicamente (Angela, 2002).

Existe, por lo tanto, un vínculo directo fundamental entre el placer causado por el contacto físico y nuestros recuerdos inconscientes del tiempo pasado en el útero que sólo las experiencias negativas fuertes pueden romper, con consecuencias a menudo desastrosas.

 

El poder del tacto

 


Integración total mente cuerpo

En 1981, R. Ader publicó el libro «Psiconeuroinmunología«, que sancionó definitivamente el nacimiento de la disciplina homónima.

La implicación fundamental se refiere a la unidad del organismo humano, su unidad psicobiológica ya no se postula sobre la base de creencias filosóficas o empirismos terapéuticos, sino que es el resultado del descubrimiento de que compartimentos tan diferentes del organismo humano funcionan con las mismas sustancias.

El desarrollo de las modernas técnicas de investigación ha permitido descubrir las moléculas que, como las definió el famoso psiquiatra P. Pancheri, constituyen:

 

«Las palabras, las frases de comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo«.

 

A la luz de los recientes descubrimientos, hoy sabemos que estas moléculas, llamadas neuropéptidos, son producidas por los tres sistemas principales de nuestro organismo (nervioso, endocrino e inmunológico).

Gracias a ellos, estos tres grandes sistemas se comunican entre sí, como verdaderas redes, no de forma jerárquica sino bidireccional y difusa; formando, en esencia, una verdadera red global.

En realidad, los descubrimientos cada vez más numerosos sobre otro sistema fundamental para el organismo humano, el sistema conectivo, imponen la expansión de la psiconeuro-endocrino-inmunología (PNEI) a la psiconeuro-endocrino-inmunología-conexión (PNECI), y amplían la importancia de los tratamientos y curas capaces de actuar sobre el sistema conectivo (como el masaje y la gimnasia).

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